sábado, 1 de agosto de 2009

La Rural inauguró con críticas a "un depredador insaciable: el Estado"


Sin presencia del Gobierno nacional, el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Hugo Biolcati, inauguró oficialmente la 123ª Exposición Rural de Palermo con un discurso que tuvo como eje a la palabra "patria" y que fue en algunos momentos moderado y en otros muy crítico con la administración kirchnerista.

Con el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri; su socio bonaerense, Francisco de Narváez; el gobernador de San Luis, Alberto Rodríguez Saa, y Ricardo López Murphy en los palcos, Biolcati revalidó la lucha que el sector agrario lleva adelante desde marzo del año pasado y aseguró que "el campo protesta pero propone, reclama pero diáloga. Sigue trabajando para llevar la protesta a la practica y transformar la realidad".

El titular de la SRA destacó la unidad del campo, que tiene "a las cuatro entidades hermanas juntas en la Comisión de Enlace" y arremetió en varias oportunidades con el Gobierno nacional. En la primera de ellas señaló que "el Estado lejos de diseñar políticas agropecuarias coherentes fue insensible al drama de muchos productores arruinados".

"Pasaron muchas cosas este último año. Sufrimos una de las peores sequías de los últimos 100 años, la crisis que paralizó la economía del planeta, las epidemias y un depredador insaciable: el Estado", agregó.

Sin la presencia del vicepresidente Julio Cobos -envío una carta de felicitación- ni del gobernador bonaerense, Daniel Scioli, distanciado del campo luego de no cumplir con la promesa de llevarle los reclamos del sector a la jefa de Estado, Biolcati no tuvo reparos a la hora de criticar la falta de diálogo del oficialismo.

"Seguimos cultivando el suelo y el diálogo que es otra forma de servir a la patria", sostuvo y cargó contra el Gobierno: "a los que cultivan el maltrato hacia el campo y sus productores le decimos que el campo dejó de ser la mansa vaca lechera que se deja ordeñar para cubrir el costo de la ineficiencia y de las políticas equivocadas".

"El campo es presa de la voracidad fiscal y la falta de políticas adecuadas", insistió el ruralista.

"Pero continuamos cultivando el diálogo para reconstruir la confianza" agregó Biolcati antes de exigir que "el diálogo trascienda en actos y que las palabras se transformen en hechos, las promesas en voluntades y las intenciones en declaraciones".

Cuando ya transcurrían más de 15 minutos de discurso, el máximo dirigente del sector agrario se dio lugar para ironizar apelando a la historia: "pienso en San Martín, en Belgrano, en Sarmiento y en Juan Bautista Alberti, hombres que le dieron todo a la patria sin pedir nada”, enfatizó y añadió casi con picardía: "hombres que fundaron esta Nación sin necesitar superpoderes y que murieron en la pobreza sin tener que presentar declaraciones juradas".

Asimismo, el dirigente agropecuario señaló que "los resultados de las elecciones legislativas trajeron esperanzas" y que los representantes del campo "están trabajando para plantear las problemáticas del sector cuando asuman el 10 de diciembre".

Con un tinte algo político el discurso de Biolcati viró hacia la situación social del país. “El 27% de los argentinos padece hambre, las familias revuelven los tachos de basura”, afirmó y preguntó: “¿cómo sucede esto si el campo es una fábrica de alimentos?”.

“Entregamos en los últimos 7 años casi 30 mil millones de dólares que era para asistencia social. ¿Dónde ha ido a parar tanto dinero?”, cuestionó en alusión a las ganancias que obtuvo el Gobierno nacional a través de las retenciones a la soja.

Biolcati insistió en que “el campo tiene un programa para terminar con la pobreza que fue creado por las cuatro entidades que conforman la Mesa de Enlace. Lo presentamos en marzo y lo concensuamos con los partidos que obtuvieron respaldo el 28 de junio” y dejó en claro que “este documento no incluye dádivas ni clientelismo políticos”.

“Hay que decir basta a la pobreza, a la injustica y a la exclusión. No hay patria sin seguridad y sin integración social. Viva la patria”, concluyó el presidente de la SRA.

SIETE AÑOS DE SILLAS VACIAS. La relación de los Kirchner con la Sociedad Rural no fue buena desde el principio. De entrada, en 2003, Néstor cargó con la convicción de que la Sociedad Rural había sido un sostén del menemismo y parecía dispuesto a ajusticiarla. De hecho, la entidad había despedido al riojano con aplausos en su última visita. Pero la apreciación no era del todo exacta. El campo, ya antes de 1999, había llevado a cabo un paro y un “camionetazo” a la Plaza de Mayo.

Sin embargo, fiel a su convicción, Kirchner evitó asistir a la ceremonia de inauguración oficial en su primer año de Gobierno y cosechó gran cantidad de críticas por esa decisión. Aceptó, de todos modos, ir un día después a recorrer la exposición. Lo hizo acompañado por su esposa, la senadora Cristina Fernández, y llegó intentando aclarar: “No tengo ningún problema con los dirigentes de la Rural y si los tuviera se los diría”.

Por entonces, entre toros, vacas y caballos, todavía había algunos aplausos para el patagónico. Otros, en cambio, ya empezaban a equiparar su figura con la de Raúl Alfonsín y ensayaban algún silbido a su paso. Es que ya en el inicio de la presidencia kirchnerista se vislumbraba lo que luego se conocería como la “guerra gaucha”. Los ruralistas empezaban a reclamar una disminución de las retenciones que había impuesto el presidente de transición Eduardo Duhalde, con la excusa de financiar el plan Jefes y Jefas de Hogar. “No vengo a hacer demagogia ni a prometer lo que no puedo cumplir. Conozco el problema, pero vivo con los pies en la realidad”, decía Kirchner para abortar la discusión.

A lo largo de toda su gestión, Kirchner nunca participó de la ceremonia más tradicional del campo argentino. Y las posibilidades de que eso sucediera se fueron diluyendo con el paso del tiempo. Por su parte, Cristina renunció a torcer el timón que le había transferido su esposo y profundizó la embestida fiscal contra el campo. Lanzó el proyecto de retenciones móviles que la conduciría a una fuerte derrota en el Congreso de la Nación y minó para siempre la relación con los ruralistas.

El año pasado, a poco de haber caído la resolución 125 en el parlamento nacional, la estrella de la muestra rural fue el vicepresidente Julio Cobos y el primer toro que entró al predio fue bautizado con su segundo nombre, “Cleto”. Fue un homenaje al “voto no positivo” que mereció maldiciones en la alcoba de Olivos. La relación del matrimonio santacruceño con “los hijos de Martínez de Hoz”, como los bautizó Néstor, ya no tendría retorno.

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