miércoles, 1 de junio de 2011

¿Es ahora Grecia el nuevo “Lehman Brothers”, pero con consecuencias aún peores para el mundo?


Hay momentos económicos y políticos que dejan sus huellas marcadas a fuego en un país y que son aquellos que luego son recordados por el resto de las generaciones.

Un claro ejemplo es lo que ocurrió en la Argentina una década atrás. La imagen del entonces presidente De la Rúa, yéndose en helicóptero y renunciando anticipadamente a su cargo de es una de ellas.

Actualmente, Grecia está atravesando una situación igual o más difícil.

La diferencia, es que su contagio a otros países -y los efectos sobre una moneda que es de uso compartido- tiene consecuencias aún peores.

Desde el frente interno, todos los intentos de su Presidente, Carolos Papulias, para descomprimir el caos político y social han servido casi para nada.

Ni siquiera encontró apoyo de otros líderes para avanzar en un nuevo plan de salvataje que rescate a una nación que se encuentra al borde del precipicio, en términos financieros.

El desacuerdo es tal que el primer ministro, Giorgos Papandreu, debió resignarse a decir que "avanzará solo" para instrumentar algún mecanismo de "S.O.S".

Europa y buena parte del mundo están en alerta naranja.

No es para menos. Estas son horas decisivas para un país que podría convertirse en un caso testigo, como lo fuera el banco Lehman Brothers para Estados Unidos en 2008.

Pasaron más de dos años y medio. Sin embargo, aún hoy todo el mundo financiero sigue hablando de lo profundo que caló la caída de esta legendaria institución, de las consecuencias que se dieron luego, y del por qué se le bajó el pulgar.

Ahora es un país el que está en situación extremadamente delicada. Y que necesita del "suero financiero" que puedan ofrecerle organismos internaciones de crédito (FMI, Unión Europea).

Pero éstos, cada vez más aferrados a la ortodoxia y alejados de la realidad social y económica de esa nación condicionaron el próximo paquete de ayuda a que Grecia ofrezca algo que -hoy por hoy- resulta hasta irónico: "garantías financieras".

Parecería que, ante el drama griego, los funcionarios del organismo están más preocupados en ver cómo recuperarán el dinero que en buscar alternativas para evitar una "tragedia griega".

"Nosotros concedemos ayuda luego de haber acordado las medidas necesarias de saneamiento y tras constatar que haya otras fuentes de financiamiento disponibles. Sólo de ese modo podemos salvaguardar el dinero de nuestros miembros", afirmó la vocera del FMI.

En este sentido, el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, hizo una advertencia tan dura como realista: "Pienso que llegarán a la conclusión de que no hay garantías para salvar a Grecia".

Palabras demasiado duras para un país al borde del abismo.

Las alternativas que se manejan
Atenas podría cerrar la negociación del plan de rescate con el FMI y la Unión Europea este jueves.

Sin embargo, trascendió que el Fondo todavía no ha tomado ninguna decisión respecto a avalar el próximo tramo del salvataje, por una cifra cercana a los 12.000 millones de euros.

Sólo con esta "dosis" de dinero podrá evitar la bancarrota, ante los vencimientos de deuda de junio próximo.

Hoy se manejan tres caminos posibles:
Una reestructuración "suave" de la deuda, que incluiría un canje de bonos por otros nuevos.
Un acuerdo sobre una rebaja de intereses con sus acreedores internacionales.
Que Europa asuma la parte del rescate del FMI (a través de un fondo de salvataje).

Pero el problema es que para avanzar, el país deberá someterse al nuevo programa de austeridad, en medio del caos social.

¿Qué incluye? Nada más y nada menos que nuevos impuestos para la población, la exigencia de un incremento en la recaudación (aun estando la nación en plena recesión) un complejo programa de privatización de empresas, la venta y alquiler de propiedades inmobiliarias en manos del Estado.

Todo esto para ver si se logran obtener unos 50.000 millones de euros adicionales para así bajar el rojo fiscal (ni siquiera eliminarlo) del 10,5% al 7,5 por ciento.

La presión que está metiendo la "troika" FMI, UE, BCE sobre el gobierno de Atenas para que apruebe un plan destinado al fracaso es un síntoma de que algo funciona mal.

Las tres entidades insisten en que los griegos respeten su actual libreto.

¿Por qué? Para muchos analistas, por el temor que les infunde el hecho de pensar que éstos se rebelen y decidan dejar de pagar, cansados de haber soportado un ajuste a continuación de otro.

¿El nuevo Lehman?
Mientras le exigen más y más reducciones presupuestarias a un país que se encuentra en caída libre, los funcionarios de otras naciones ya sacan cuentas sobre las consecuencias que traerá un eventual colapso griego.

Y hasta dónde va a salpicar a cada uno de ellos.

"Es cuestión de tiempo que Grecia anuncie su default", expresó el guru financiero Nouriel Roubini.

¿Será entonces Grecia el nuevo Lehman del mundo? Para cada vez más analistas y funcionarios internacionales, la respuesta es sí.

Pero con un agravante, las consecuencias de un eventual colapso serán aun mucho peores.

De hecho, el propio ministro de Finanzas alemán, Wolfang Schaeuble, señaló que "la eventual reestructuración de su deuda causaría más daño que la caída de Lehman Brothers".

"Las consecuencias serían más catastróficas. Podría suceder que se den por concluidos inmediatamente todos los créditos concedidos", advirtió.

Es que, ante su incumplimiento, la confianza de los inversores en que varios países sigan compartiendo la misma moneda quedaría casi herida de muerte.

Por otro lado está la millonaria pérdida que deberían afrontar bancos alemanes y franceses, principales poseedores de bonos de ese país.

¿Cuántos "papelitos" griegos poseen? Nada más y nada menos que unos 100.000 millones de euros (60.000 millones Francia y 40.000 millones Alemania).

Ambos han venido haciendo todos los esfuerzos posibles para que la nación no colapse. El problema es ahora esa insistencia se les empieza a venir en contra.

Es que crecen las críticas de sus ciudadanos, que alzan sus voces para decir por qué ellos con sus impuestos, tienen que pagar la costosa fiesta griega que tuvo lugar en años anteriores.

"Abandonar a Grecia y a las otras economías en problemas, pondría fin al sueño de la unión monetaria, pero no abandonarlos a tiempo podría costarle el puesto a la primer mandataria alemana, Angela Merkel", señaló el analista británico Larry Elliott.

Pero no sólo el problema cala hondo en los bancos tenedores de títulos sino, además, en la pirámide especulativa generada.

"Es lo mismo que el caso de una persona que tiene que pagar más y más intereses por lo que ya adeuda con su tarjeta de crédito, por más que haga las compras en un supermercado barato, deje de ir al gimnasio y renuncie a sus vacaciones", graficó Elliott.

El experto señaló que "el Gobierno se ha encontrado con que el ajuste realizado finalmente hizo que la actividad caiga. Y esto le generó un déficit presupuestario incluso mayor al que tenía el año anterior".

"Grecia necesita libertad de acción para salir de su crisis. Sino irá cayendo en más y más ajustes, difíciles de implementar. Lo mejor que puede hacer es reestructurar su deuda o abandonar la moneda común", afirmó Agustín Cramo, analista en cuestiones internacionales.

"Ya se probó en el caso Lehman que no es cuestión de voluntades sino de intereses", sostuvo Gabriel Holand, de HRGlobal.

"En otras palabras, tanto el BCE como el FMI insten en ajustes fiscales de largo plazo cuando el problema griego es financiero de caja, ya", agregó Holand.

El antecedente de Lehman
Corría septiembre de 2008 y la crisis de las hipotecas "subprime" en los Estados Unidos avanzaba a pasos agigantados, destruyendo todo lo que encontraba a su paso.

En ese contexto, muchos bancos atravesaban serios riesgos por la fuerte caída en la liquidez.

Sin embargo, los analistas confiaban en el accionar de la Reserva Federal (FED) para superarlos.

Fue por eso que el "no haber rescatado a Lehman" causó sorpresa y preocupación en el mundo entero.

No sólo por lo que significó ese gesto de no tenderle una mano sino, además, por el "efecto contagio" que se temió en el sistema financiero mundial.

Luego de ello, se comenzó a especular con la caída de otras entidades, que podrían llegar a correr con la misma suerte que Lehman, que "murió" sin recibir ayuda.

Esto, contribuyó a desencadenar la crisis económica más grave desde la Gran Depresión.

En que se diferencian
El banco de inversión tenía 600.000 contratos de derivados y cientos de miles de millones en bonos.

Cabe aclarar que sus acreedores ya venían reservando capital para cubrirse en caso de un colapso. Esto, en gran parte, disminuyó el efecto inicial de la quiebra.

Hoy la deuda helena suma 270.000 millones de euros, de la cual 100.000 millones están en manos de las entidades financieras. El resto lo tienen compañías de seguros, fondos y bancos centrales.

En su mayoría, no cuentan con provisiones, por lo que sufrirán todo el impacto de las pérdidas.

En la actualidad es difícil saber cuál es el grado de exposición de cada entidad, lo cual desatará un pánico mayor.

Al igual que lo ocurrido en 2008, automáticamente se cortarían los canales de liquidez, pues ninguna entidad le prestaría a otra y llevaría a una virtual desaparición del crédito.

El economista Luis Palma Cané, señaló el "paso a paso" de lo que puede acontecer:

• Ante un default, los bancos perderían parte de su capital.

• Se produciría una "crisis de crédito" violenta, que provocará serios problemas en Europa con caídas de empresas e insolvencia de los particulares.

• Se acentuará la fuga de capitales de Grecia, ya estimada en 50 mil millones de euros.

• El efecto dominó será inmediato, abriendo la posibilidad de nuevos defaults.

• La rebaja de las calificaciones a manos de las agencias de rating, alejará a los inversores de toda la zona.

• Los depositantes podrán sufrir un "corralito" o incluso algún tipo de asimetrías como la de Argentina del 2001.

• El euro perdería valor de manera significativa.

"En síntesis: dejar caer Grecia es destruir la Unión Monetaria y quizás el euro", sostuvo Palma Cané, quien concluyó afirmando que "el gran error de los economistas europeos, y del propio Fondo, es que piden ajustes salvajes a países en plena recesión".

F:iprofesional.

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