lunes, 2 de mayo de 2011

En un mercado cada vez más polarizado, se puede ganar hasta casi 40% o perder un 20 por ciento.


Con el último día de abril concluye un cuatrimestre en el que se sumaron una serie de acontecimientos que pusieron una vez más a prueba los nervios de los operadores en los diferentes mercados.

El lapso comprendido entre fines del año pasado y el mes que acaba de concluir se caracterizó por:
La crisis desatada en Medio Oriente, que incluyó caídas de gobiernos que llevaban varias décadas en el poder; intervención militar aérea de la OTAN en Libia;
El terremoto, tsunami y posterior crisis nuclear en Japón;
La crisis financiera en Europa a raíz de la situación terminal de Portugal.

Este cúmulo de sucesos, tan diferentes entre sí pareció tomarse un respiro a lo largo de la primera quincena de abril, pero luego todo comenzó a complicarse de nuevo, tanto en el orden externo como en el interno.

En el primero de los casos, se destaca la suba de la tasa de interés dispuesta por el Banco Central Europeo, que impulsó un alza de su moneda frente al dólar, que actuó como un disparador que desestabilizó algunos mercados.

A ello se sumó el agravamiento de la crisis de Grecia, que provocó un fuerte incremento de los riesgos de default que, en algunos casos, tocaron niveles cercanos al 30%.

Basta mencionar estas dos situaciones para trazar un panorama en el que la aversión al riesgo avanzó en forma sostenida, afectando la evolución de las principales variables y favoreciendo a otras, que suelen actuar como refugio de valor en situaciones de conflicto, como es el caso del oro y la plata.

Claro está, que el signo del impacto de estos factores estuvo dado en función de las características de cada uno de ellos.

Así, mientras que el precio de algunas commodities, como el maíz, el petróleo o la plata subieron con fuerza, otras, como la soja o el azúcar, se vieron afectadas por estimaciones de una menor demanda proveniente de Asia.

En cuanto a los recintos bursátiles, el mercado prácticamente se partió en dos: por un lado, se produjo una fuerte apreciación de las bolsas europeas y de Wall Street, en tanto que las plazas emergentes mostraron caídas de diversa magnitud.

Estos movimientos responden claramente a lo que se denomina el "vuelo a la calidad", una suerte de metáfora que simplemente expresa que ante una mayor incertidumbre, los inversores, lisa y llanamente, venden sus posiciones más volátiles y se concentran en aquellas de bajo riesgo.

En el orden local, el hecho más destacado fue la decisión del Gobierno de colocar directores en empresas en las que la ANSes posee paquetes accionarios.

En tal sentido, el enfrentamiento con la empresa Siderar pareció convertirse en un "leading case" que, para beneficio del mercado, no pasó de ser una cuestión puntual.

Al respecto, el analista Julián Siri, de Maxinver, sostuvo que "abril se movió principalmente a la par de las noticias políticas locales. El nerviosismo de los operadores se generó a partir de la decisión oficial de ingresar a los directorios de las compañías".

"El mercado dividió a éstas últimas en dos grupos bien diferenciados: las que se enfrentaron a la medida y a la forma de distribución de dividendos y aquellas que prefirieron un perfil bajo y acordaron sin mayores objeciones", agregó Siri.

El efecto sobre el Merval
El Merval no pudo quedar exento de este movimiento, ya que al cierre del período contabilizó una caída del 3,2 por ciento.

Si se analiza su evolución mes a mes, surge que durante enero el mercado se desenvolvió con un comportamiento levemente creciente, pero a partir de los sucesos de Libia y Japón, se sumó a la tendencia de los mercados emergentes, hasta el fin de la primera quincena de marzo.

A partir de ese momento, intentó una recuperación que tuvo poco vuelo, pues se agotó en la primera semana de abril.

Con posterioridad, el mercado accionario local ingresó en un período de marcada volatilidad que se mantuvo hasta el cierre del mes.

En opinión de Cristian Reos, analista de Allaria Ledesma, "los activos argentinos, al igual que el de los países emergentes, crecieron con fuerza en 2010. Sin embargo, en lo que va de 2011 los resultados no son tan positivos".

"La razón debe buscarse en el accionar de los grandes inversores globales, que se han volcado nuevamente a los mercados de los países desarrollados", sostuvo Reos.

Según Martina Gallardo, Responsable de Research de Arpenta, "en lo que se refiere a las acciones, podemos decir que desde diciembre y enero hasta la fecha, se han observado varias correcciones".

"La incertidumbre en el plano internacional hizo que el mercado sea mucho más selectivo. Es por eso que vemos que papeles como Mirgor están llegando a máximos históricos mientras que los bancos están lateralizando ganancias", agregó Gallardo.

"Desde noviembre de 2010 el volumen se ha ido reduciendo, como consecuencia de la falta de noticias positivas. La excepción fueron los papeles de las firmas ligadas a las commodities petroleras como Tenaris", sostuvo la experta de Arpenta.

En este contexto, quizás el hecho más llamativo dentro del Merval, es la enorme brecha que existe entre las acciones que más ganaron y perdieron en lo que va del año.

Entre las primeras se destacan claramente la autopartista Mirgor, que avanzó un 38% y Comercial del Plata, que ganó el 26 por ciento.

Un renglón más abajo se ubica Molinos y Ledesma, que aprovecharon el viento de cola que impulsó a las materias primas alimenticias.

En sentido inverso, se registraron caídas del orden del 20%, como es el caso de los bancos Hipotecario y Macro, seguidos por Edenor y Celulosa, que perdieron alrededor de un 14,5% en promedio.

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