domingo, 15 de mayo de 2011

La Argentina "dual": castiga al plazo fijo en pesos pero ofrece una buena renta en dólares.


Los ahorristas que canalizan su capital a través de los depósitos a plazo fijo suelen tener en cuenta tres factores clave:

• La tasa de interés que le paga el banco.

• El movimiento futuro del tipo de cambio.

• La tasa esperada de inflación.

De la combinación de estos factores se obtiene la denominada "tasa real de interés" que es, en definitiva, la que importa a la hora de hacer rendir los billetes.

En la mayoría de los países se observan dos comportamientos claramente diferenciados.

• El del ahorrista local, que invierte sus fondos a plazo fijo en bancos de su país y toma como referencia el avance del ritmo inflacionario, para el cálculo de su rentabilidad.

• El del inversor extranjero, que "importa" sus dólares, los convierte al cambio vigente y los deposita en el sistema bancario, para obtener un rendimiento en moneda local, que finalmente dolariza. Para éste, lo que cuenta es la rentabilidad que pueda obtener en términos de billete verde.

Sin embargo, el ahorrista argentino suele no responder a estos dos parámetros tradicionales, habida cuenta de que su comportamiento "encaja" mejor con el segundo grupo.

En buen romance, cobra su salario en pesos, realiza transacciones en pesos, deposita pesos pero, a la hora de mirar su patrimonio, piensa en dólares.

Rendimiento: negativo en pesos, positivo en dólares
Los rendimientos que ofrece en la actualidad el conjunto de bancos que operan localmente, muestran una rara particularidad:

1. En términos de inflación, son fuertemente negativos.
2. En términos de dólar, son muy positivos.

Esta dicotomía marca una clara diferenciación en cuanto al origen de los fondos. En efecto:

1. Para el primer caso, quien coloca un plazo fijo en pesos se expone a perder cerca del 12% de su capital, en términos reales, producto de la suba de precios. Es decir, su poder de compra se ve seriamente dañado a futuro.

2. Para el segundo -si razona en términos de divisa estadounidense- puede obtener un beneficio del orden del 5%.

En efecto, una colocación a plazo le ofrece un 11% (tasa Badlar) a la vez que se proyecta un repunte del dólar del 6%. De este modo, al final del período, puede recomprar una mayor cantidad de divisas.

Este último punto representa todo un logro para un inversor institucional, si se considera que su apuesta es casi libre de riesgo y que, en Estados Unidos, las tasas de interés rondan el 0,25 por ciento.

Es, justamente, esta dicotomía aquello que alienta la siempre presente "bicicleta financiera".

Esto es, vender dólares y con ese dinero realizar un depósito a plazo fijo en pesos, para así hacerse de una tasa de entre un 10% y un 11%.

Al mismo tiempo, "calzar" ese traspaso con un contrato que le asegure la futura recompra de billetes verdes, para lo cual deja establecido de antemano su precio, pagando para ello una prima.

En este sentido, cabe aclarar que cuando el dólar había escalado repentinamente varios centavos, para ubicarse en el nuevo piso de $4,10, esta operatoria comenzó a desinflarse. Sin embargo, el Central volvió a plancharlo y la bicicleta volvió a rodar.

En moneda local, los peores de la región
Si se compara la situación de Argentina con la del resto de los países de la región, surgen una serie de cuestiones por demás interesantes:

1. El país es el que presenta el peor rendimiento, en términos de inflación. Supera incluso a Venezuela, pues la tasa de interés que abonan los bancos representa menos del 50% de la suba de los precios.

2. La rentabilidad de un plazo fijo, medido en dólares, está en el mismo nivel que la que se puede obtener en Ecuador o en Venezuela.

3. Junto con éste último país, son los únicos cuyas tasas reales son negativas frente a los precios pero, a su vez, positivas frente a la suba del billete verde.

La rentabilidad en pesos
En términos absolutos, en el caso argentino la tasa real negativa es del orden del 12% (en el venezolano baja al 8,9%).

En el otro extremo se ubica Brasil, cuya rentabilidad es francamente positiva para el ahorrista, pues obtiene una utilidad de más del 5%.

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