viernes, 20 de mayo de 2011

Brasil aplica "plan canje" con la Argentina: Rousseff deja entrar vehículos pero exige el fin del cerrojo K.


Luego del fuerte cruce entre los gobiernos de la Argentina y Brasil, las negociaciones comenzaron a dar sus frutos.

En efecto, luego de que el país vecino decidiera aplicar barreras a las importaciones de vehículos -lo que provocó que casi 3.000 unidades nacionales queden varadas en la aduana fronteriza- y que se desate una "guerra mediática", funcionarios de ambos países comenzaron a encausar la disputa.

Según confirmaron desde el Gobierno a iProfesional.com, "ya comenzaron a ser liberados los casi 3.000 autos que estaban frenados en la frontera".

En concreto, durante la tarde del jueves entraron a territorio brasileño entre 800 y 1.000 autos. Y, en las próximas horas, será nacionalizado el resto.

La dama de hierro entra en escena
Si bien la medida es clave para la Argentina -la mitad de los autos que se fabrican localmente se destinan al mercado brasileño (Lea más: Esta es la verdadera historia del "quién es quién" y qué país depende más del otro en el duro conflicto por los 0km)-, esto no se podría considerar una victoria únicamente para el Gobierno K.

Sucede que Dilma Rousseff, la "dama de hierro brasileña", lanzó una suerte de "plan canje".

En efecto, a través del mismo, si bien se mostró relativamente flexible con los productos argentinos, como contrapartida exigió que, de este lado de la frontera, cesen las fuertes restricciones que, desde hace meses, castigan a los artículos brasileños, como alimentos, electrodomésticos y hasta maquinaria agrícola.

Al respecto, fuentes oficiales confirmaron a este medio que el Gobierno argentino "va a mostrar la buena voluntad correspondiente", en clara referencia a las críticas de funcionarios del país vecino, quienes vienen quejándose de las largas demoras que superan lo estipulado por la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Detalles del acuerdo
Un dato clave es que, según explicaron a iProfesional.com, Rousseff no autorizó levantar las licencias no automáticas, por lo cual, no se resolvió el problema de fondo que tanto afecta a la Argentina.

Simplemente, la administración brasileña decidió flexibilizar el ingreso sólo de aquellas unidades que estaban en la frontera y "dejar para la semana próxima, cuando los funcionarios se encuentren en Buenos Aires, la negociación para los futuros embarques".

Desde el Gobierno explicaron que fue posible llegar a un acuerdo "porque los autos que partieron de la Argentina llegaron lo hicieron cuando todavía estaba vigente el régimen de licencias automáticas -es decir, que no requieren autorización oficial-, pero cuando los camiones llegaron a la aduana, se encontraron con que habían pasado a ser no automáticas. Entonces, el gobierno brasileño optó por validar las licencias originales".

"De ahora en más, para el resto de las exportaciones habrá que seguir negociando", aseguraron.

Lunes, día clave
Días atrás, Giorgi y el embajador de Brasil en Argentina, Enio Cordeiro, luego de una reunión que durante 2 horas ambos mantuvieron en el despacho de la ministra, resolvieron que el secretario de Industria, Eduardo Bianchi se reúna la semana próxima con su par brasileño de Industria, Alessandro Texeira.

Este encuentro tendrá lugar el día lunes en Buenos Aires, más precisamente en el Ministerio de Industria.

De la tensión a la calma
Los últimos días estuvieron cargadas de fuerte tensión.

Hace pocas horas, Giorgi había advertido que "el mercado interno que construimos entre todos con políticas públicas activas también lo tenemos que defender entre todos" para luego asegurar que "no vamos a ser ingenuos y no vamos a ceder ni un palmo en ninguna negociación cuando veamos que se le puede anular el horizonte a una Pyme o poner en peligro un solo puesto de trabajo".

Tras estas declaraciones, el presidente de la poderosa Federación de Industrias del Estado de San Pablo (Fiesp), Paulo Skaf, salió a defender las licencias no automáticas dispuestas por la presidenta Dilma Rousseff, al tiempo que criticó lo que denominó "lloriqueos" de Giorgi.

"La ministra Débora no debería reclamar, porque ella está siempre creando casos con Brasil", señaló Skaf.

La queja del empresario brasileño, así como de gran parte del sector productivo, es que mientras Brasil tiene un plazo no mayor a los 60 días para la liberación de las operaciones, en la Argentina "a veces, lleva hasta 10 meses", en una actitud que, a su juicio, deja "sin previsión tanto al importador argentino como al exportador brasileño".

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