domingo, 28 de febrero de 2010

La preocupación por la deuda griega sigue golpeando a los mercados mundiales

Un analista de Moody‘s sugirió que si el país se desvía de su plan de austeridad, la calificación de su deuda soberana podría ser disminuida en dos categoría.

En este momento Grecia es el talón de Aquiles de los mercados mundiales. El hecho de que las bolsas del mundo hayan pasado ayer otro día de sobresaltos tiene mucho que ver con la renovada preocupación por la deuda griega y la capacidad del país de pagar su servicio.

Los rendimientos sobre la deuda del país treparon marcadamente, y lo mismo ocurrió con el costo de asegurarse en caso de default. Además, cayeron los precios en la bolsa de Atenas, y lo mismo pasó con los precios de otros activos de riesgo en varios otros mercados. Es evidente que la crisis griega, con el riesgo que implica para el futuro del euro, está haciendo olas mucho más allá de Europa.

Sin embargo, es injusto echarle toda la culpa a Grecia. Una análisis de por qué el clima se endureció ayer contra su deuda revela una falla más profunda: el incentivo regulatorio que existe para que los inversores tercericen el proceso de discernir sobre el crédito en una pocas agencias que se dedican a la calificación del mismo. El espasmo de ayer se debió a los comentarios de un analista de Moody’s Investors Service, quien sugirió que si el país se desvía de su plan de austeridad, la calificación de su deuda soberana podría ser disminuida en dos categorías.

Las opiniones de este analista importan porque las regulaciones así lo decretan. La calificación de Moody’s de la deuda soberana griega es lo suficientemente alta como para que los bancos del país canjeen sus títulos por bonos garantizados por el Banco Central Europeo. Y esto es una valiosa fuente de financiación. Si Moody’s se alinea con otras agencias y bajan la calificación, esa fuente se desvanecerá.

Es así como una abrupta y renovada corrida vendedora se convierte en una respuesta racional a la opinión expresada por un individuo.

La crisis del crédito ofreció muchos ejemplos de esta dinámica. Si los títulos de deuda estructurados tenían una calificación crediticia AAA, los inversores quedaban absueltos de la necesidad de analizarlos. Pero las rebajas en la calificación, una vez que se producían, se transformaban en profecías autocumplidas de desastre, ya que automáticamente cortaban las fuentes de financiación.

Esto no es responsabilidad de la agencia. Lo que dice Moody’s sobre el riesgo griego es totalmente sensato. Pero la relevancia que el mercado está obligado a darle a la opinión de algunos individuos en las agencias ha sido y es el talón de Aquiles de esos mercados.

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