miércoles, 8 de septiembre de 2010

El riesgo de Grecia y una apuesta a corto plazo

Tras una noche de intensa ingestión alcohólica, los griegos toman un plato de ‘patsa’ para calmar el estómago, que es una sopa de mondongo. En Atenas, al Fondo Monetario Internacional (FMI) se lo recibe tan bien como a un plato de mondongo en una fiesta infantil, pero los 140.000 millones de dólares en préstamos blandos que ese organismo y la Unión Europea (UE) prometieron en el curso de más de tres años ya ayudan a aliviar la resaca financiera que provocó un decenio de excesos.

El mercado desafía la capacidad de la presunta cura para la resaca, aunque esto no ocurre solamente en Grecia, sino en toda la periferia de la zona del euro.

El martes, los spreads de los títulos públicos a diez años de Irlanda y Portugal consiguieron nuevas plusmarcas respecto de los bonos alemanes. Los spreads griegos alcanzaron niveles que se habían visto solo en mayo, el día anterior al paquete de saneamiento de la UE por 750 millones de euros.

Los administradores de fondos se preguntan por qué habrían de jugarse su trabajo a causa de estos riesgosos títulos de deuda. La respuesta, al menos por lo que respecta a Grecia, es simple: hay distorsión en los precios por la ausencia de compradores.

El título griego a diez años rinde un 11.7%, lo que resultaría escaso para compensar las pérdidas imponderables que se generasen si se incurriera en cesación de pagos. Pero con un 10,4% a los dos años parece una ganga, y se sitúa bien por encima de cualquiera que se pueda conseguir en cualquier otra economía desarrollada y apenas por debajo de los golpeados por la crisis en Pakistán.

Dado el estado gravísimo en el que se encuentra la economía griega, podría ser imposible hacer que avancen las reformas que exigen el FMI y la UE; tampoco no se puede descartar que cambie el gobierno, que sería un hecho que llevaría a una veloz cesación de pagos.

Pero si se supone que el gobierno podrá aferrarse al poder, no tiene sentido entrar en cesación de pagos hasta tanto el déficit presupuestario, exclusive los pagos de intereses, llegue a cero. Hay que pasar el mal trago rápido y de una sola vez.

Por su propio bien, Grecia debe seguir aceptando los fondos del FMI y de la UE mientras mantenga su receptividad para extender el esfuerzo de equilibrar su presupuesto. Luego, una cesación de pagos tendría mucho sentido. Pero ello le da muchísimo tiempo a los que tienen bonos con vencimientos muy próximos para encontrarse con que la rentabilidad es, de algún modo, bastante huidiza.

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