jueves, 31 de diciembre de 2009

Las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, el barril sin fondo del gobierno de Obama

¿Cómo debería sentirse el CEO de una entidad financiera si su principal accionista le confirma que no tiene límite para gastar durante los próximos tres años y que además, por administrar ese gasto ilimitado, va a percibir una remuneración anual de u$s 6 millones en efectivo?

Si no se siente en el paraíso, por lo menos puede ser considerado como un verdadero ingrato. Esta es la situación de Michael Williams y Charles Haldeman, CEO de Fannie Mae y Freddie Mac, respectivamente, quienes tienen que lidiar con la ira de muchos congresistas estadounidenses que los acusan de vivir sentados sobre un barril sin fondo, financiado con el dinero de los contribuyentes, en momentos en que la economía no termina de salir de la recesión y el desempleo ronda el 10%.

Lejos están los tiempos en que una medida como la que acaba de anunciar el gobierno de Barack Obama de ampliar (de manera ilimitada y hasta 2012) el monto del subsidio para apuntalar a ambas entidades (hasta ese momento el límite estaba fijado en u$s 200.000 millones para cada una), hubiera sido considerada “socialista” por la mayoría de la sociedad. Pero los tiempos cambiaron mucho desde el fin del gobierno republicano de George W. Bush, obligado a nacionalizar Fannie Mae y Freddie Mac en septiembre de 2008 para evitar su colapso y el de todo el mercado hipotecario de EE.UU.

Porque ambos institutos poseen o garantizan el 40% de todas las hipotecas del país, suficiente como para no dudar en ampliar el rescate vigente y evitar a toda costa su quiebra. “Las medidas anunciadas son necesarias para preservar la solidez y estabilidad futura del mercado inmobiliario”, sostuvo el Departamento del Tesoro en un comunicado. Hasta este momento, con casi 2 años y medio de pérdidas continuas, el gobierno ha venido subsidiando a Fannie Mae con u$s 60.000 millones y a Freddie Mac con u$s 51.000 millones. “Ninguna de estas compañías se encuentra cerca del límite de u$s 200.000 millones”, recordó el Tesoro, como para despejar dudas –y críticas– respecto de que la razón de subsidio ilimitado se debería a que ya alcanzaron el techo fijado previamente.

Pero a pesar de las aclaraciones, las críticas no pararon de caer contra la medida del gobierno. La primera de todas tiene que ver con la fecha elegida para el anuncio, el 24 de diciembre. “Regalo de Navidad” fue el título más utilizado por los medios para contar la noticia, opinando que el anuncio fue hecho en momentos en que los estadounidenses están más ocupados de las Fiestas que de otra cosa. “El timing del gobierno para darle un cheque en blanco a Fannie y Freddie no es una simple coincidencia”, acusó por su parte Spencer Bachus, congresista republicano y miembro del Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes. “El anuncio de Nochebuena fue diseñado para evitar que la gente se diera cuenta”, agregó.

Por supuesto, para los republicanos, cualquier medida que huela a “más socialismo” por parte del gobierno, es rechazada de plano, si bien fueron ellos los que decidieron estatizar ambas entidades para evitar un tsunami en el mercado hipotecario. Y con el desempleo cerca del 10%, es muy fácil criticar la medida. Pero también se acusa al Tesoro de ampliar las inyecciones de capital sin contar con un plan para sanear en el corto plazo a Fannie Mae y Freddie Mac ni tampoco para que el gobierno se retire del control accionario de ambas compañías (el programa sería anunciado en febrero de 2010). “Hacer esto sin un plan preestablecido es absolutamente inconsciente”, opinó el congresista republicano Jeb Hensarling, crítico asiduo de la política llevada adelante con ambas entidades y partidario de dejar que caigan en bancarrota, a pesar de los riesgos que conllevaría para millones de deudores hipotecarios.

Por otra parte, cayó muy mal el anuncio de la Federal Housing Financial Agency (FHFA), organismo que controla a Fannie Mae y Freddie Mac, informando que había aprobado un aumento en las remuneraciones de los directivos de ambas entidades. Según la nueva escala salarial, los CEO percibirán ingresos anuales de hasta u$s 6 millones en efectivo, incluyendo bonus y otras compensaciones variables. Si se tiene en cuenta que el dinero que permite pagar esos salarios proviene de fondos públicos, se entiende perfectamente la ira de los congresistas, obligados a explicar a sus votantes por qué el gobierno gasta el dinero en el pago a ejecutivos en lugar de utilizarlo para programas sociales. Y encima el año próximo se realizarán las elecciones legislativas, por lo que el deporte de los republicanos va a ser competir por ver quién critica más y mejor al gobierno.

Hensarling ya picó en punta: “gastar hasta u$s 6 millones en remuneraciones de empleados públicos es inconcebible”. Resulta difícil refutar este argumento, a pesar de que el FHFA sostenga que los sueldos pagados en 2009 fueron, en promedio, un 40% menores a los que se pagaban antes de la estatización, cuando es sabido que los salarios de ejecutivos del sector financiero habían alcanzado niveles exorbitantes.

Pero la preocupación mayor del gobierno y de la oposición en el Congreso es saber hasta cuándo Fannie Mae y Freddie Mac seguirán perdiendo dinero y cuánto puede costar la hemorragia financiera. A pesar de que el mercado inmobiliario ya tocó fondo en 2009, las estimaciones más optimistas indican que el año próximo será muy difícil, con embargos que no se detienen y un nivel de construcciones y de compraventas muy bajo. En un año electoral, el barril sin fondo de Fannie Mae y Freddie Mac puede costarle más que un dolor de cabeza al Presidente Obama.

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