miércoles, 18 de agosto de 2010

El ascenso de China a segunda economía del mundo marca un giro en el poder político global


La noticia de que China va camino a eclipsar a Japón convirtiéndose en la segunda economía más grande del mundo, podría considerarse un fuerte símbolo del avance de Beijing y del cambio en el poder económico y político global.

La economía nipona creció a un ritmo anualizado, ajustado por estacionalidad, de 0,4% en el segundo trimestre, mucho menos que el 2,3% previsto por los economistas, según las cifras publicadas.

Para los expertos, que la economía china supere a la japonesa en términos nominales casi no tiene importancia. Es mucho más significativo en términos de poder de compra. China superó a Japón hace casi una década, y el momento exacto en el que el PBI bruto nominal en dólares estadounidenses de China supera al de Japón tiene mucho que ver con los tipos de cambio y las revisiones estadísticas técnicas.

Para explicarlo, un economista diría que idénticas casas en ambos países construidas con los mismos materiales y mano de obra crean tres veces más PBI en Japón que en China porque todo en Japón es mucho más caro.

Pero para el público en general, el salto de China todavía representa un gran cambio en el orden económico mundial.

También es importante para el gobierno chino y cómo se relaciona con el resto del mundo, porque el éxito representado en su ascenso en los ránkings de PBI acarreará un mayor escrutinio y la expectativa de que Beijing asumirá mayor responsabilidad en el escenario mundial.

“La política exterior de China durante tiempo fue mantener bajo perfil, pero ahora es el mayor exportador, la segunda economía y el año próximo se convertirá en el principal consumidor de energía. Todo eso implica que China tiene pocos lugares para esconderse”, según Arthur Kroeber, director general de Dragonomics, una consultora de investigación. “El país no está listo para asumir su nuevo rol y prefiere postergar eso todo lo posible”.

China se volvió experto en traducir su poder económico en influencia política y diplomática, especialmente en regiones como América latina y África.

Como dueño de una de las reservas de divisas más grandes del mundo, Beijing también puso en duda públicamente el rol del dólar estadounidense como principal moneda de reserva mundial y pidió una representación más equitativa en los organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional.

Pero los funcionarios en Beijing insisten en que China todavía es un país en desarrollo y que no puede esperarse que lidere las iniciativas globales o que tome medidas difíciles como liberar el tipo de cambio de su moneda para corregir los desequilibrios comerciales.

Mencionan que el PBI per cápita de China cercano a u$s 3.600 representa menos de una décima parte del de Japón o de Estados Unidos y menos de una sexta parte del británico. Algunos expertos chinos con franqueza también señalan la baja calidad del crecimiento del país comparado con otros países.

“Desde 2003, el crecimiento económico de China se basó en dos pilares: exportaciones y bienes raíces, y mientras las primeras brindaron al país algunos beneficios en términos de modernización, los últimos provocaron muchos problemas serios”, señaló Xi Xianrong, director del Instituto de Finanzas del Chinese Academy of Social Sciences, un thinktank respaldado por el estado.

Yi también mencionó la enorme brecha de ingresos y los desequilibrios geográficos entre sus regiones costeras relativamente ricas y el empobrecido interior de país. “Cuando hablamos del poder económico de China, deberíamos ser cuidadosos para no sobrevalorar nuestra solidez. El rápido crecimiento del PBI chino no tiene importancia si esos desequilibrios siguen sin resolverse”, concluyó.

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