lunes, 8 de marzo de 2010

Bonos de Inglaterra y EE.UU. podrían ser blanco de un ataque especulativo al estilo griego

¿Pueden los bonos del Tesoro dejar de ser libres de riesgo? Una pregunta que hasta hace algunos años atrás sonaba absolutamente descabellada, de a poco parece convertirse en un escenario posible. La crisis desatada en Grecia a fines del año pasado provocó un muy fuerte ataque especulativo contra el euro y la deuda griega, al comprobar los hedge funds y demás inversores lo débil que era la situación fiscal del país y su excesivo endeudamiento (de u$s 400.000 millones a fines de 2009, 5 veces mayor que el de Rusia cuando declaró su default en 1998). De a poco, esta situación hace que muchos se pongan a buscar qué otros países se encuentran en un contexto de debilidad similar. Y aunque parezca mentira, los T-Bonds y los Gilt británicos estarían empezando a entrar en el radar de los especuladores por la delicada situación de alto déficit fiscal y elevado endeudamiento de ambos países.

Es en la Antigua Grecia donde surgió por primera vez la deuda pública, cuando Atenas y Delos tomaron créditos para financiar sus esfuerzos de guerra. Pero hoy, Grecia tiene que enfrentar una situación a la que dejó de estar acostumbrada por ser miembro de la zona euro: que se ponga en duda su capacidad de pago de sus deudas, como si fuera una república africana o latinoamericana. El ataque especulativo que viene sufriendo la economía griega hizo que el rendimiento de sus títulos públicos a 5 años se disparara hasta alcanzar el 6,5% anual, una enormidad para un país de la zona euro. Esto se explica por las dudas que genera la situación del país, después de reconocer que su déficit fiscal era casi cuatro veces superior (12% del PBI) a las estadísticas que venía publicando. Encima, este año tiene que afrontar vencimientos de su deuda por u$s 78.000 millones y si bien el FMI ya avisó que tenía a disposición del gobierno griego una línea de crédito de contigencia por más de la mitad de esta suma, todavía la Unión Europea no ha logrado definir cómo será el paquete de ayuda para Grecia y qué le exigirá a su gobierno a cambio del rescate.

Todos en el mismo barco

A ningún especulador le escapa el dato de que si bien Grecia genera solamente el 3% del PBI de la UE, la posibilidad de que caiga en default podría provocar un tsunami financiero en toda la zona euro. Y que la situación griega se repite en otros países mucho más grandes como el Reino Unido y EE.UU., si bien disponen también de otro arsenal para contrarrestar un ataque especulativo masivo como el que viene sufriendo Grecia.

El gobierno inglés no está cómodo en su actual situación fiscal, con un déficit en sus cuentas públicas que alcanza al 13% del PBI, superior al de Grecia y el mayor de su historia en tiempos de paz. Y como el Banco de Inglaterra emitió dinero de manera masiva para sostener la economía y evitar, al igual que la Reserva Federal de EE.UU., una nueva Gran Depresión, la inflación ya trajo noticias para los consumidores británicos. Esto obligó al gobernador del Banco de Inglaterra, Mervin King, a publicar una carta abierta pidiendo disculpas por los efectos del “Quantitative Easing”, que es la política de emisión monetaria. Pero el problema no se soluciona con disculpas: mientras la inflación crece en Gran Bretaña, el gobierno tiene pensado emitir este año u$s 300.000 millones más en Gilts para sostener el gasto público, por lo que si no se frena la suba de precios, el mercado de la deuda pública británica podría convertirse en un verdadero dolor de cabeza, donde los especuladores generarían mayores presiones (de hecho, el spread entre el Gilt británico a 10 años y el Bund alemán equivalente y libre de riesgo alcanzó los 100 puntos básicos, todo un récord).

“Si tenemos que seguir emitiendo dinero para evitar que el rendimiento del Gilt siga creciendo (alcanzó el 4,25% a fines de febrero), lo haremos”, afirmó Adam Posen, funcionario del Banco de Inglaterra. “Cualquiera que apueste por una mayor inflación en las principales economías, incluyendo el Reino Unido, va a perder dinero”. Pero los inversores hicieron oídos sordos a las amenazas, refugiándose en el oro para cubrirse de esta emisión monetaria. Esto hizo que en los últimos 6 años los Gilt perdieran más del 66% de su valor, medido contra el oro.

Para EE.UU. la situación tampoco es un lecho de rosas. El spread entre los bonos del Tesoro a 30 años y los de 2 años alcanzó el nivel récord de 365 puntos básicos, señal de que la economía se estaría recuperando rápido y las tasas volverían a subir pronto. Frente al nerviosismo de los tenedores de bonos, Ben Bernanke, presidente de la Fed, tuvo que salir a calmar los ánimos anunciando que las tasas de referencia no se iban a mover “por un largo período de tiempo”. Y Timothy Geithner, secretario del Tesoro, garantizó a tenedores extranjeros que “de ninguna manera EE.UU. perdería su calificación AAA”. El problema es que los inversores también prestan atención a otras señales, como el anuncio del gobierno de Barack Obama que prevé un déficit fiscal para 2010 de u$s1,6 billones, por lo que todavía no se ve cuándo EE.UU. va a dejar de vivir tan endeudado. Incluso el vicepresidente del Banco Central chino, Zhu Min, fue aún más explícito respecto del riesgo que pesa sobre la economía estadounidense: “Si EE.UU. quiere seguir sosteniendo su déficit con mayor emisión monetaria y de deuda pública, es inevitable que el dólar siga debilitándose. Por lo que ellos no pueden esperar que otros países incrementen sus compras de bonos del Tesoro para sostener su brecha fiscal”. El tiempo de las definiciones parece aproximarse.

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