jueves, 7 de octubre de 2010

Club de París: Cristina quiere descontar beneficios dados a empresas europeas

En la primera visita de Estado que Cristina Kirchner hizo a la canciller Angela Merkel, hubo reclamos mutuos. En el encuentro hablaron sobre la deuda de US$ 6.700 millones que mantiene la Argentina con el Club de París, cuyo mayor acreedor es Alemania, con el 30 por ciento de ese monto. Cristina dijo que el Gobierno tiene intenciones de pagar, aunque por primera vez propuso que el pago se hiciera en el marco de una negociación más global y que se tuviera en cuenta que las empresas alemanas “tienen beneficios fiscales, préstamos y promociones en Argentina y luego giran beneficios a sus países de origen”. La Presidencia dijo que “se deben contemplar esas inversiones” y beneficios como parte de los pagos de la deuda. Según las fuentes que participaron de la Cumbre, la canciller Merkel no respondió a ese planteo, y tampoco lo hizo en público cuando fue consultada al respecto. Con sutileza, Merkel intentó hacerse la distraída sobre ese punto. Respondió la mitad de una pregunta y, ante su silencio, Cristina la miró y en español le repitió: “Le preguntaron sobre el Club de París”. Merkel le dirigió la mirada, hizo un leve movimiento con los hombros, levantó las palmas hacia arriba como si no tuviera qué contestar y guardó silencio. Allí, la argentina volvió al tema y avanzó extensamente sobre su propuesta de que se “contemplen” estos beneficios y que se haga “una renegociaicón amplia”. También, como tantas otras veces, insistió en reclamar un nuevo rol para el Fondo Monetario Internacional que exige monitorear el pago de esa deuda. La alemana tampoco dijo una sola palabra sobre esto en público, aunque según fuentes del gobierno argentino durante el almuerzo que compartieron retrucó: “Este no es el mismo Fondo Monetario de 2001”.

En la conferencia de prensa que compartieron luego del almuerzo que duró poco más de una hora, Merkel puntualizó los reclamos que su país hizo a Kirchner. Especialmente se refirió a “la doble imposición”, es decir a los aranceles que cobran en Argentina y Alemania a los productos del sector agrícola, que son los que aparentemente más interesan a su gobierno. Coincidieron, según resaltaron ambas y otros participantes del almuerzo, en poner en marcha otra vez una comisión mixta que había dejado de funcionar, integrada por dos funcionarios de cada nación “con la premisa de llegar a un acuerdo”. Iniciarán las negociaciones, a principios del próximo año.

Fernández de Kirchner puso entonces sobre la mesa el tema del sector agropecuario, sobre el que el canciller Héctor Timerman estuvo hablando durante los últimos días. Pidió “equilibrio en la balanza de exportaciones e importaciones”, ya que según indicó para Alemania el comercio se incrementó un 56% a favor y para Argentina se redujo en un 2%. Además, según voceros de la Cancillería argentina, reclamó que se cumpla con el Tratado por el que seis países regulan la venta de carne a Europa. Según manifiestan, Estados Unidos se benefició con un incremento de la cuota que no se replicó para Argentina ni los otros cuatro países incluidos. Merkel habría dicho que no es su país el que se opone, sino la Unión Europea y Francia, por lo que, también según quienes participaron de la comida, habría prometido conversar con el gobierno de Sarkozy.

Sobre esto, tampoco dijo nada Merkel en público, lo que curiosamente contrastó con los elogios recibidos por la gestión Kirchner en los últimos dos días en Alemania, incluso de parte de funcionarios que compartieron con la Presidenta la inauguración de la Feria del Libro, donde Argentina es País Invitado de Honor.

La Canciller habría también consultó a Cristina sobre la posición que defenderá Argentina en la próxima Cumbre de Cambio Climático que convoca Naciones Unidas para diciembre en Cancún. La argentina respondió, como ya se viene haciendo en ese foro, que los países “responsables” de la contaminación “deben hacer los mayores esfuerzos”. Solicitó colaboración para la transferencia tecnológica e insistió con que espera que no se traben importaciones con el argumento de que tal producción incrementa el calentamiento global.

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